"Debemos admitir la naturaleza como una inmensa multitud de formas, incluyendo cada parte de nosotros, que son parte de todo", dice Ailton Krenak, reconocido líder indígena, en su libro 'Ideas para posponer el fin del mundo'. La cultura de los pueblos originarios no entiende a la humanidad y al medio ambiente como cosas separadas o superiores, sino como partes de un todo. A través de esta particular comprensión del universo, estos pueblos son conducidos a una apropiación sensible del territorio, con creencias estructurales que también se reflejan en su arquitectura, elevando a otro nivel el concepto mismo de sustentabilidad, ya que la naturaleza no es vista como un recurso para ser utilizado, se piensa en como parte de la comunidad.
Analizando un contexto general, es imposible presentar la cultura indígena y sus modelos constructivos de manera homogénea, ya que los métodos varían según la región donde están (o estuvieron) insertos. Sin embargo, esta relación con el territorio, desarrollada a través del entendimiento y respeto por el lugar, atraviesa diferentes culturas originarias de las Américas y es una de las grandes epistemologías indígenas que sirve para repensar la producción arquitectónica contemporánea.
Dada la importancia cultural de la naturaleza como definitoria de la identidad de un pueblo, siendo el espejo y la materialización de cada individuo —mucho más que un medio de supervivencia— sus características deben ser cuidadas y preservadas. De esta forma, tanto las técnicas constructivas utilizadas como los materiales seleccionados reflejan una calidad estructural, estética y sostenible que no solo aportan estabilidad y protección, sino que son un canto a la naturaleza y la colectividad.
Para ejemplificar, las viviendas tradicionales de los guaraníes —el grupo étnico más numeroso de Brasil— suelen tener su estructura principal hecha con troncos de árboles conectados con enredaderas. Para su vallado se utiliza zarzo y barro con tapial, para el revestimiento, cabrios de madera y hojas de palma y, para completar la edificación usan el suelo de tapial. Esta paleta de materiales naturales y regionales indica que no se trata solo de saber que existen, sino de dominar la geografía y la biología para entender dónde, cuándo y cómo conseguirlos. La paja, por ejemplo, presenta un detallado procedimiento sociológico para su remoción con el fin de no dañar la paja y, posteriormente, la próxima cosecha.
Por supuesto, cuando se trata de durabilidad, estos edificios requieren un mantenimiento periódico para reemplazar sus elementos constructivos. Sin embargo, en varias culturas existe una comprensión de las casas como viviendas temporales que duran uno o dos años por razones de constante reagrupamiento y separación de las unidades familiares. Pero incluso destacan a perpetuidad, pues, incluso con un eventual abandono, al ser de origen natural, sus elementos constructivos se van reincorporando a la naturaleza sin que ello genere impactos ambientales negativos — la verdadera arquitectura circular de la que tanto se habla hoy.
Además de la elección precisa de los materiales y la comprensión completa de su aplicación, cabe mencionar que las estrategias compositivas también reflejan la comprensión del clima con herramientas pasivas que aumentan el confort térmico. Un ejemplo es la creación de generosos aleros correctamente orientados en relación con el recorrido del sol, protegiendo de la luz y también de la lluvia directa, con pendientes de cubierta que varían según la inclemencia del tiempo. En este sentido, cabe mencionar al estudioso de la cultura indígena José Afonso Portocarrero cuando afirma que en un mundo donde se valora tanto la alta tecnología, los indígenas solo utilizan el diseño como tecnología y son capaces de brindar un excelente confort.
Al utilizar materiales naturales como la paja y la madera, combinados con techos altos y una forma aerodinámica, se genera un alto resultado a un costo bajo o casi nulo, cuando hay un ecosistema preservado cerca que permite la recolección de material y cuando hay organización comunitaria para la construcción colectiva.
A modo de ejemplo, los materiales y técnicas de construcción mencionados anteriormente representan un pequeño corte dentro de la inmensidad que comprende todas las etnias indígenas ya catalogadas en Brasil. Sin embargo, aunque sean mínimos, ya ofrecen una visión de la importancia que se le debe dar a esta cultura como fuente de inspiración para el futuro de la arquitectura contemporánea.
Nos damos cuenta de que existe sustentabilidad en sus arquitecturas por diseño, ya que siempre llevan dos premisas principales: el uso de materiales disponibles en el sitio y el respeto por el clima de la región donde se ubican. En otras palabras, a través de la comprensión y observación de la naturaleza, se crean estrategias naturalmente sostenibles con principios de construcción elementales y materiales de bajo impacto.
Dentro de la amplia gama de materiales que se pueden elegir en un proceso de diseño o de las innumerables decisiones formales y compositivas que se deben tomar, la gran lección que la cultura indígena parece dejar para el futuro de la arquitectura se puede resumir en un mandamiento: entender el lugar. Prestar atención al territorio donde se insertará el edificio es el primer paso hacia un futuro sostenible. Mapear los materiales existentes y disponibles en la región, comprender el clima, buscar técnicas pasivas de bajo impacto, respetar e interactuar con la comunidad circundante significa el respeto ambiental y social que ahora es más necesario que nunca.
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